De hecho, cuando se hace con responsabilidad y un objetivo claro, puede ayudarte a crecer, resolver una necesidad importante o estabilizar tus finanzas. La clave está en saber cuándo sí es conveniente endeudarse… y cuándo no.
Aquí te compartimos las situaciones más comunes en las que un préstamo sí puede ser una buena idea:
¿Estás por iniciar un curso, montar un negocio o necesitas equipo de trabajo? Un préstamo que te permita mejorar tu productividad, tus ingresos o tu preparación profesional puede tener un retorno positivo si está bien calculado.
Antes de solicitar un crédito, revisa cuánto puedes pagar al mes sin comprometer tus gastos esenciales. Si el préstamo cabe en tu presupuesto y no afecta tu capacidad de ahorro, es una señal de que puedes asumirlo de forma saludable.
Aunque lo ideal es tener un fondo de emergencias, muchas veces no se cuenta con él. Si tienes un imprevisto médico, familiar o necesitas resolver algo urgente, un préstamo bien gestionado puede sacarte del problema sin afectar otros compromisos.
Un crédito con mejores condiciones (interés más bajo o mayor plazo) puede ayudarte a unificar tus pagos y evitar cargos por atrasos.
Eso sí, este plan debe ir acompañado de disciplina para no volver a endeudarte en exceso.
Empezar con un crédito pequeño (como una tarjeta básica o un préstamo personal) y pagarlo puntualmente, te abre las puertas a mejores productos financieros en el futuro. Es una manera de demostrar tu solvencia ante las instituciones.
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